Capitulo 1

 

                                    Sexo

 

 

El cine siempre ha sido como un espejo donde se desnudan las almas y donde nos podemos ver reflejados, identificados o insultados, depende del color con el que queramos verlo. El cine es sobre todo imagen y como tal puede ser manipulada. Ya me gusta que me manipulen si lo que se me ofrece apela a mi inteligencia, mil veces antes el cine que la televisión, que aunque parezca increíble está un millón de veces más manipulada que el cine. El cine puede ofrecernos películas de catástrofes, comedias, musicales, westerns o películas eróticas, pero el cine, como un libro o una composición musical es arte. La televisión, no, por suerte.

Pero el cine sí que tiene capacidad para sugerirnos. Como ya he dicho las películas son, por encima de todo, imágenes en movimiento, pero imágenes en definitiva. Una película con Marilyn Monroe nos muestra su imagen sensual y nos sugiere el bello cuerpo de una mujer que se convirtió en una diosa del sexo incluso antes de morir. ¿Cómo sería actualmente Marilyn?. Mejor no pensarlo, ya tenemos unas películas con su imagen idealizada para siempre. Marilyn no era así en la vida real. Era tanto o más guapa que en el cine, pero era una intelectual, ella era consciente de su imagen cinematográfica, y nunca la desmintió, pero en su vida privada era alguien bien distinto.

Marlon Brando fue otro de los grandes del cine, su magnetismo sexual, los personajes cinematográficos que creó, su impresionante capacidad para seducirnos con la inflexión de la voz y con una presencia física que llenaba toda la pantalla, son el recuerdo que siempre tendremos de él. En la vida real, Marlon estaba muy en desacuerdo con esa imagen cinematográfica que ayudó a crear y que será la que pasará a la posteridad, y no esas fotografías que circulan por internet de Marlon Brando pesando más de 150 quilos.

James Dean hizo tan sólo tres películas y se convirtió en un mito cuando falleció víctima de un accidente de tráfico. Dean era un chico tímido y muy acomplejado en su vida privada, pero era consciente que podía dar rienda suelta a sus temores y sus fobias en los personajes que interpretaba. En la vida real, James llevaba gafas, siempre le gustaba pasar desapercibido y se tragaba todas las películas que podía. Greta Garbo dejó el cine cuando la fama la acosaba de tal manera que no podía ni ir al lavabo sin tener algún disgusto, abandonó el cine en su momento de esplendor y se pasó el resto de su vida, concretamente 49 años, huyendo de la gente, de la fama que tanto dinero le dio, del ojo público, en definitiva. Paul Newman siempre ha tenido una imagen pública de sex-symbol, en cambio, en su vida privada, ha sido un hombre discreto, amante de su familia y de su privacidad. La diferencia que siempre ha habido entre su imagen pública, la de las películas, normalmente era radicalmente opuesta a la de su vida privada. Paul Newman se casó en 1958 con Joanne Woodward que es la imagen de la tranquilidad y serenidad que muchos anhelan y nunca encuentran por mucho dinero que tengan.

Los intérpretes son los famosos más conocidos y los que se creen antes que nadie su propia imagen cinematográfica. Muchos caen en el engaño de creerse dioses sexuales cuando, por increíble que parezca, no asumen que con el paso de los años, su declive físico, y sexual será algo más que obvio.

 

 

 

 

Roscoe ‘Fatty’ Arbuckle

En los años 20, el cine estaba creciendo rápidamente como espectáculo de masas, pero también como negocio. El dinero, la fama y el arte, ¿por qué no?, hicieron que el cine se convirtiera en una de las industrias más importantes del mundo y en los Estados Unidos, en los años 30 fue la más importante. En todo el mundo se construían cines sin cesar y el negocio avanzaba a pasos agigantados.

Pero en 1921 ocurrió un terrible escándalo, el supuesto asesinato de una joven aspirante a actriz, Virginia Rappe, a manos de Roscoe ‘Fatty’ Arbuckle, uno de los actores cómicos más famosos de su época. Tras una noche de juerga salvaje, Virginia apareció con la vagina destrozada por una botella, sangrando abundantemente, pero aún estaba viva. Murió poco después de una peritonitis. El suceso fue manipulado por la prensa que dirigía el magnate William Randolph Hearst, provocando con sus escritos que al cabo de un tiempo apareciera el código Hays, por el que los principales estudios de Hollywood se auto-censuraban sus propias películas.

Roscoe ‘Fatty’ Arbuckle era un actor cómico que consiguió hacer una meteórica carrera cinematográfica en los años 10, llegando a escribir, dirigir y protagonizar sus propias películas. Incluso le dio su primera oportunidad al gran Buster Keaton, en 1917. Pero a Roscoe también le gustaba la buena vida y le encantaban las grandes fiestas, que muchas veces terminaban en auténticas orgías que duraban días y días. A la moral pacata de la época, todavía vigente en los Estados Unidos, por cierto, todo esto le hacía temblar por su aparente libertinaje.

El 1 de Mayo de 1921, en el hotel St. Francis, de San Francisco, Roscoe celebró una de sus famosas fiestas. Célebres porque la mayoría de las veces no las organizaba él mismo sino su círculo de amistades que, tan sólo invitando a un par de amigos, éstos pedían a otros amigos suyos que se unieran a la fiesta, y así se llegaban a reunir hasta 100 personas en una misma noche. La mañana del día 2, la aspirante a actriz Virginia Rappe, apareció moribunda y sangrando abundantemente por la vagina. Supuestamente, y después de una larga noche de bebida, sexo y drogas, Roscoe intentó violarla con una botella, después de varios intentos, se quedó adormecido, sin darse cuenta del estado de Virginia.

Roscoe sufrió hasta tres juicios consecutivos por todo ello, y en los tres consiguió librarse de la cárcel al no poderse demostrar su culpabilidad. Lo único cierto era que estaba bebido hasta el tuétano. La triunfal carrera cinematográfica de Roscoe se evaporó al instante, mucha gente le temía incluso y ni se acercaban a él. Roscoe desapareció de la noche a la mañana, pero el director y actor Buster Keaton acudió a su llamada, le ayudó económicamente y le dio trabajo. A principios de los años 30, se rehabilitó la figura de Roscoe Arbuckle y pudo conseguir contratos que le permitieron trabajar con una frecuencia más estable. En 1933, Roscoe organizó una fiesta para celebrar la firma de uno de estos contratos, al beber un poco más de lo debido, sufrió un ataque al corazón y murió a los 46 años.

Años después de su muerte se demostró que el tiempo pone las cosas en su sitio. Se hizo pública la declaración que Roscoe presentó en el juicio narrando detalladamente los hechos ocurridos durante esa noche de juerga. En ella, aunque admite estar completamente bebido, explica con profusión de detalles que, en un momento en el que pudo quedarse solo en una de las tres habitaciones que tenía alquiladas para ausentarse de los invitados y poder vestirse y abandonar momentáneamente la fiesta, se encontró a la joven actriz ya moribunda en la cama. Cuando intentó buscar ayuda, nadie le hizo el más mínimo caso, y a duras penas consiguió que se la llevaran al hospital donde falleció inexorablemente.

La prensa amarilla de la época en los Estados Unidos, dominada por el magnate William Randolph Hearst, hizo una profunda y terrible campaña contra Arbuckle y otros “libertinos” que corrompían la meca del cine. Estos comportamientos eran del todo intolerables para ellos. La maliciosa campaña que organizó para que Arbuckle acabara con sus huesos en la prisión fue peor que los tres juicios que tuvo que soportar. La justicia demostró su ineficacia al hacer más caso de dicha prensa que a la realidad.

En 1941, Orson Welles dirigió su obra maestra Citizen Kane/Ciudadano Kane, en la que ridiculizaba la figura de William Randolph Hearst, presentándolo como un dictador de una república bananera. Ni iba muy desencaminado. La palabra que abría la película “Rosebud” (capullo de rosa), que era lo último que pronunciaba el personaje del ciudadano Kane antes de morir, tenía más de un significado y que pasaba desapercibido por el espectador. “Rosebud” era como definía Randolph Hearst a la vagina de su amante Marion Davies, una de las peores actrices que han existido y que, por cierto, también sale ridiculizada en la película. La campaña orquestada por Hearst para desacreditar la película de Orson Welles, lo único que hizo fue hacerle propaganda gratis. Que un energúmeno como William Randolph Hearst pudiera llegar a tener tanta influencia en la vida pública de su país, despreciando a cualquiera que no pensara como él, da justa cuenta de cómo se actúa en ese país y la influencia que se puede conseguir sólo por el hecho de tener dinero.

Si lo único que puede hacer justicia a Roscoe Arbuckle es el tiempo, vamos bien. En 1975, el cineasta James Ivory hizo una película sobre este hecho, The Wild Party/Fiesta salvaje.

Roscoe “Fatty” Arbuckle no pudo, o no supo, superar la situación que se creó debido a su vida privada, un escándalo sexual de gran magnitud, algo habitual en sus fiestas, por otra parte, de todos conocidas y que le granjearon profundas enemistades en la competencia. Todo esto, y acompañado del éxito del que disfrutaba en el cine, fueron la mejor excusa para que cierta prensa creara el suficiente caldo de cultivo para hundirlo a posta.

Todo lo que nos queda por pensar es que fue uno de los primeros chivos expiatorios de la Historia del Cine.